Rayos del desastre

Rayos del desastre

Los brillantes rayos del sol se asoman por el horizonte, la casa comienza a aclarar. Mientras veo el techo, aún sin poder cerrar los párpados.  Los pensamientos me seducen y atormentan durante las horas de la noche. Rayos y más rayos caen, y mi interior sigue en penumbras.
Los ojos arden, pesan los párpados y la cabeza late. El corazón se sacude en mi pecho sin control. Duele el pensar en el tiempo perdido, en la ausencia de los amigos en los momentos difíciles y en el desconcierto del mañana.

Un lavado de cara, un poco de maquillaje y una sonrisa dibujada en mi cara, es la primera imagen que observan de mí. Una máscara para no molestar. Para que no crean que soy débil.

Después de varias gotas en los ojos y un café grande, nadie percibira el caos en mi interior.
– ¡Buen día, buen día! – saludo a mi paso, pero en mi interior la opresión no me deja respirar.
Al llegar a casa, un baño caliente y una taza de té. Para que comience el continúo deterioro del alma. En tanto el deseo se escapa.

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