
La realidad no siempre se presenta de la mejor manera, muchas veces se deben vivir en carne propia y otras solo somos un simple espectador.
Ayer, un día normal para muchos, pero para los habitantes del sector Olimpia su realidad cambio. Mientras los chicos jugaban en el parque comunitario, en el terreno baldío se arremolino la alfombra verde que retallo hace varios días el terreno.
Un helicóptero se acercaba, daba vueltas en el cielo midiendo el lugar de aterrizaje entre los puntos parpadeantes. Los camiones de bomberos y rescate rodeaban los putos, dando al evento algo de seguridad. Las ambulancias comenzaron a llegar en cuanto el helicóptero se coloco en tierra.
Nadie entendía lo que sucedía, pero algo bueno no era. Una ambulancia más grande llego, de donde bajaron enfermeros, médicos y de más personal. Una mujer cargada de bultos miraba el interior de la ambulancia, debía ser la madre. Cuando sacaron la camilla, era un niño de no más de 10 años. Los tubos y cables salían de su cuerpo hasta las maquinas que arrastraban los enfermeros.
Para los niños que observaban era una aventura, algo nuevo que ver, pero para los padres era un balde de agua fría que les caía desde la cabeza.
No pasaron cinco minutos cuando la camilla estaba dentro del helicóptero y sus ocupantes se colocaban los cascos. Las aspas comenzaron a moverse, acariciando nuevamente el césped del terreno baldío.
Tanto sufrimiento escondido que se vive a diario, donde somos ajenos a la realidad que nos rodea. Encerrados en una cúpula ahogándonos en nuestros propios problemas, sin ver que hay problemas mucho más complejos. Donde la vida pende de un hilo.
Ya son varios meses que comencé a publicar en este blog, ha sido un reto, ya que sólo sabía que quería compartir con ustedes mis escritos y me alegro de haber tomado la decisión.
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