Un deseo concedido

deseo

La estrella surco el cielo mientras el deseo se escapaba con su destello. Era una petición etérea, pero ya no le quedaba nada por perder. Solo la quería a su lado, aunque fuera una petición egoísta.

Ya había pasado un tiempo desde su deseo fallido y su semblante no mejoraba, la tristeza se había apoderado de cada una de sus células. Vagaba por la casa sin sus ropas cambiar y su olor empeoraba cada día más. Derramaba colillas de cigarrillo a su paso y una taza de café que rellenaba cada cierto tiempo eran sus únicas visitas.

Su deseo era vivir a su lado, no la quería perder. Lo que nunca menciono es como quería que estuviera a su lado. A pesar de que llevaba un tiempo sin ella y que la extrañaba mucho, percibía su presencia, aunque sabía que ya no estaba la buscaba por la casa.

Hasta que un día lo vio, entendió todo. Miraba sus rosales por la ventana y estaban igual de majestuoso que cuando ella salía a cuidarlos, era insólita que esto sucediera cuando hacía mucho no salía de su casa.

Nadie se acerco a los rosales y ella estaba convencida que allí habitaba ella. Así que salió a su encuentro, era su aroma mezclado con la flor, su calidez. Ahora no vagaba en la casa, se sentaba en el patio a hablar con el rosal.

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