A sorbos se vive la vida

sorbos

Ya estaba cayendo la tarde cuando Juana y Pedro se sentaron en el patio, disfrutaban la vista acompañados del café de la tarde. Solo se escuchaba el sonido de los sorbos del café cuando Pedro se levantó del asiento.

– ¿Quién le tumbo la rama al palo de aguacate? – señalaba en dirección al árbol.

– ¡Siéntate! – le ordeno Juana – esa era la que estaba cargada. Pedrito los recogió, están en la mesa. El peso la hizo romperse.

Pedro la miro extrañado, pero volvió a sentarse y se dio otro sorbo de café.

– ¿Recuerdas cuando nos casamos? – inquirió Pedro mirando a su esposa. Esta sonrió con su vista perdida en el tiempo.

– Fue todo muy sencillo – comento ella sin dejar de mirar al tiempo. – pero hermoso. Él sonrió.

– Recuerdas cuando construimos la casa, tú papá nos había regalado este pedacito de tierra. – Juana tomo otro sorbo de café.

– Y los muebles que construimos, fue muchos trabajo – recordó Pedro.

Continuaron su charla hasta que llegó Anita.

– ¡Bendición! – les dijo cuando los abrazo. – ¿Abuela me peinas?

Juana sentó a Anita en su falda y comenzó a trenzar su cabello.

– Voy a jugar abuela – le comunico al bajarte.

– Ve, pero no molestes a tu papá. No lo hagas llorar – insistió Juana. Anita asintió con la cabeza.

– No le pidas tanto, es solo una niña y lo extraña – comentó Pedro.

– Lo sé, pero Pedrito aun no acepta que ya no estamos con él.

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