Los párpados se iban cerrando, el cansancio del día le iba afectando. Se acomodo en la cama y dejo que el sueño la llevará.
No se di cuenta cuando logro dormirse, solamente era consciente de las imágenes que veían sus ojos. Los niños jugaban y ella corría junto a ellos. Lanzaban la pelota, se mojábamos en la lluvia y trepaban los árboles, todo era diversión en su día. Hasta que llegó la hora de volver a casa, al entrar todo era diferente.
La luz se perdía en las sombras, la casa ya no se sentía viva y la sensación de perdida se apoderaba del lugar. Los adultos caminaban por la casa sin prestarle atención, susurraban palabras que no podía escuchar.
¿Dónde está mi mamá? Les pregunto, pero nadie se inmutaba. La buscaba por la casa, sin embargo, no la encontraba. La soledad seguía ganando terreno y los presentes ya eran sombras en la distancia. Hasta que percibí lo que pasaba.
En el fondo, en lo más profundo de la casa. Allí estaba su mamá acostada en una caja. Ya no había nadie más y el miedo la invadió. No quería estar sola, quería a su mamá a su lado abrazándola.
Cuando despertó las lágrimas resbalaban por su rostro. Salió corriendo de su cuarto, solamente había un lugar donde quería estar. Abrió la puerta con cuidado, se metió en la cama y la abrazo. Tenía miedo de pensar en el sueño y en el tiempo que estaría a su lado, aunque los sueños se lo recordaban constantemente.