Dulces Dieciséis

Dieciséis

Mi mamá falleció hace 5 años, el día de mi cumpleaños número 11. Tenía un saquito de sangre en el cerebro que le reventó y no hubo manera de salvarla, nadie sabía que estaba allí. Me molesté con ella por dejarme y perderse mi vida sin entender que ella no lo había querido así.

Me quede con mi tío y su esposa, pero mamá siempre me ha hecho falta.

Hoy cumplo dieciséis y mi tío me conto un secreto de la familia.

—Las mujeres de nuestro linaje tienen un poder especial —me dijo.

—Tío el llamado sexto sentido es intuición y los hombres lo poseen solo que no prestan atención —le contesto en tono jovial.

—No, me refiero a que pueden viajar al pasado —lo miro incrédula. —Al cumplir los dieciséis comienzan los viajes, pero con un costo.

El poder va anclado a mi energía vital, mientras más lo utilice menos tiempo de vida tendré.  

—¡No te has dado cuenta de que las mujeres de la familia mueren a temprana edad! Las enfermedades aparecen con la perdida de su energía vital.

Aun desconcertada con la revelación, mi Tío junta las yemas de sus dedos. Alejándolas con movimientos de araña y me invita a que lo imite. Un destello apareció entre mis manos.

—Mientras más alejes las manos se hará más grande, luego suéltalo para que se termine de expandir. Lo que te queda es traspasarlo. Ah, cuando juntes los dedos debes pensar en el momento al que te transportaras.

Lo abrazo, luego de besarlo me alejo. Cierro los ojos y me concentro en las últimas vacaciones con mamá. Estábamos en la playa, recuerdo que mientras jugábamos una joven se acerco a ella. Mi madre sonriente la abrazo. Nunca le pregunté quién era, pero hoy sé que era yo.

—¡Recuerda tu energía vital! —grita el tío mientras cruzo el destello de luz.

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