Luna y estrellas

estrellas

La noche se fue apoderando del cielo, destellando en el firmamento estrellas de distintas intensidades. Una curvatura anaranjada rojiza se asoma por el horizonte.

La luna hace acto de presencia. Imponente, completa mientras inicia su surco por la bóveda oscura. Los faroles se encienden, los vehículos regresan a su hogar después de un largo día de trabajo y los habitantes se dedican a las tareas, la cena y una zambullida en el mundo de Morfeo, sin prestar atención a los detalles.

Para el único ocupante de la casa número trece no es así. Desde el atardecer está centrado en el marco de la ventana observando el horizonte. Su pelaje suave y negro hacen contraste con el amarillento de sus ojos. De vez en cuando maúlla, de no ser por eso pensaría que es una estatua.

La luna sigue su rumbo y las estrellas la acompañan iluminado todo el camino. Cuando la esfera estuvo en su punto más alto, un destello en la mirada del gato lo hizo salir del trance en el que se encontraba y moverse al exterior de la casa.

La luz de la luna lo baño, transformándolo en una joven de cabello azabache, largo y suave que le cubre la espalda. De ojos amarillos y piel blanca como la luz que la acaricia. Sin tela que la cubra, camina no por la calle. Con paso sutil y sigiloso como un felino en busca de su próxima víctima.

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