Locura momentánea

Mi reloj marca las 7:35am. Debo dirigirme al trabajo, pero no es exactamente lo que quiero hacer. Llevo varios meses en el mismo circulo vicioso, sé que no puedo seguir así. Diciéndome que es una locura momentánea.

Había comenzado a odiar mi trabajo y todo lo que se le relacionara, incluyendo a las personas. No es nada personal pero cuando llego al estacionamiento mi humor empeora.

—¿Qué te pasa? —me preguntan mis compañeros, pero no se explicar lo que sucede.

—La rutina, odio la rutina —es verdad, aunque no desprecio todas solo esta.

Así han cambiado los días, las semanas y las estaciones, pero yo no. Recuerdo cuando pequeña visualizar mi futuro diferente, no perfecto solo diferente. Ahora debo ser feliz con lo que escogí. Pero ¿qué paso? Lo aborrezco cada día y no tan solo eso. Mi cuerpo reacciona a esos deseos, se enferma con una facilidad. No me reconozco, ser responsable es una de mis cualidades, aunque aquí no me nace.

Trin, trin, trin —suena mi teléfono cuando salgo del baño. Aun las gotas caen de mi cabello.

—¡Hola! —contesto al levantar el auricular.

—Hola, chica. ¿Cómo estás? —contesta Annie al otro lado del auricular.

Hablamos por 15 minutos de nuestras madres y de cómo nos vuelven locas buscándonos pareja. De su futuro, porque el mi es incierto.

—¿Acompáñame a la universidad el viernes? Me inscribí para unos cursos y tengo orientación ese día.

—Ok, te acompaño —le dije. No había pisado la universidad desde que salí de allí. Sera bueno ver cuánto ha cambiado.

Llegamos a la universidad, entramos por el portón principal, recorrimos la rotonda y al entrar por el estacionamiento encontramos un espacio disponible.

—¿Entraras conmigo? —pregunta Annie.

—No, claro que no. Iré por un café —le sonrío.

Recorro los pasillos y un torbellino de añoranzas me envuelve. Llevándome a recordar los instantes vividos, los pequeños sueños y los grandes, a los deseos que quería cumplir. Según camino las lágrimas se resbalan por mis mejillas. Trayéndome de golpe al hoy, el ahora que me ahoga.

Fue un destello, una luz que me devolvió las fuerzas, la determinación y el coraje que creía perdidos. Hoy más que nunca, olvidaré a los demás y pensare en mí. En lo que creo, en cumplir mi destino. Lloré, no por debilidad. Sino porque me encontré, hoy estoy completa. Comprendí que nada ni nadie me completaría como yo misma lo podría hacer. Si yo no soy feliz no puedo hacer a nadie feliz. La locura momentánea termino.

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¿A cuántos igual? No te aflijas si te sientes mal en tu trabajo, se vale cambiar de sueños, metas y hasta de propósitos. Tenemos una VIDA, porque no ser feliz en ella.

Dato: La felicidad es la suma de las cosas buenas, no que todo será 100% perfecto. Eso es solo ocurren en las películas.

Un abrazo

M.R. Davila

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4 comentarios sobre «Locura momentánea»

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