Las gotas provocaban estallidos en mi piel. Las ganas de tenderme a su lado en la cama eran muchas, pero la hora me lo impedía. Después de un beso y varios intentos por zafarme de su abrazo me monté en el vehículo y salí en rumbo a mi casa.
Al llegar, guarde lo que había salido a comprar. Me detuve a mirarlo por un momento y terminé sentándome a su lado. Dejé que me besara. Había estado todo el día a fuera, pero no me lo reprocho. Volvió a besarme, las ganas se apoderaron de mí y ya sabrán lo que paso. Abandoné mi cordura y me dejé llevar por los estallidos en mi piel.
Jadeando me recosté en la almohada, mirando al techo sobre la cama. Recordé la vez que dije que sí a sus insistencias, sabiendo que sería mi perdición.
Para él era una aventura, para mí lo que mi piel gritaba. Sucedió en esta misma cama, los tres dejando que la pasión se desbordara. El descontrol que hoy no puedo doblegar.
Ahora me debato entre dos camas, dos corazones y el deseo de más.
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Es la primera vez que logro que me deje entrar un comentario. Este relato me gustó, tiene la magia de querer leer más. Una muy similar al que nos compartiste en el boletín de Febrero de Palabreadores. Me encanta
¡¡¡Eso hay que celebrarlo!!!
Me encanta que este por aquí y por tus palabras.
Recibir retroalimentación de ustedes es un plus.
Me gustó. Tiene tela para cortar este cuento.
Una gran idea 💡😉