Mientras estuve encerrada mi único contacto era mi abuela, le escribía a diario. Ella se quejaba de que no había ido a verla. Aunque quería verlas tanto a ella como a Katrina, ya que las extrañaba, no me sentía preparada para volverlo a ver.
Todos los días antes de que mi madre regrese del trabajo reviso el buzón, ella se alteraría al ver la dirección de procedencia de la carta. Había escrito la semana pasada a mi abuela contándole lo de mi nuevo trabajo y todo lo sucedido con mi madre al enterarse de mi deseo de “independizarme económicamente”.
Al llegar a casa me encerré en mi cuarto y me tiré en la cama. Abrí la última carta de mi abuela y comencé a leerla. Su contestación no fue lo que me esperaba:
Mi Querida Princesa
Tu abuela te extraña mucho, pero sé que estas bien. Sabes que esta es tu casa y me encantaría que vinieras. No te insistiré conozco tus razones y la respeto, aunque no disminuya mi deseo de verte.
Me alegra el saber y sentir que tu corazón encontró algo de paz, aunque el dinero no debe ser un problema para ti. Sabes que lo tienes solo debes tomarlo cuando lo necesites. No te molestes en contestarme que no lo utilizaras, ya lo sé, pero tu padre te lo dejo y mi obligación es dártelo.
Bueno, aquí estamos todos muy bien. Estuve hablando las últimas semanas con tus tías y están locas por conocerte. Además, Katrina quiere verte y desea saber si le permites visitarte. Ella no quiere molestar solo quiere pasar unas horas contigo.
Cuídate mucho princesa, no dudes en contactarme si me necesitas.
Te quiere tu abuela
Danielle