
Mientras comía un almuerzo rápido, reparé en la conversación de la mesa de al lado. Una de las chicas mencionó que había viajado a España y visitado Alaska en crucero, todos regalos de su papá.
Otra muy risueña, añadió que su padre le había comprado todos sus antojos entre joyas, vestidos y un carro con chofer. La tercera chica informo que había tenido la casa más grande que su padre pudo conseguir. Tuvo piscina, mayordomo y cenaba en los mejores restaurantes. Viajaba cada tres meses y a sus 15 años le regalaron su primer apartamento.
Me quedé pensando en mi familia y en qué nos brindó papá. Era un hombre trabajador que pasaba sus tardes bajo la sombra de un árbol en compañía de su esposa, viendo a sus hijos jugar.
En nuestra vida poco hubo de aviones, aunque viajábamos con regularidad a casa de la familia, en auto claro está. Si recuerdo que papá me enseñó a amararme los cordones de los zapatos y que estuvo conmigo la primera vez que monté una bicicleta.
Los domingos de parrilladas donde nos hacia participe de sus recetas secretas. Las noches de cine preparando palomitas y café para mamá.
Manejé una sierra en su compañía y construí mi primera pajarera. Me enseñó a conducir un vehículo y a defenderme de abusadores y creídos. Me brindó su tiempo y consejos. En casa no había cosas materiales, pero si amor.
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Retomando mi rutina con la comunidad, me encuentro con estos excelentes cuentos y relatos. Gracias, nunca dejes de escribir.
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Un abrazo