Conducía rápido el tiempo se agotaba. Se detuvo en la entrada lo beso en la frente y lo animó para que bajara. A él no le gustaba llegar tarde, pero ella no era Wonder Woman.
Habían pasado 3 años desde que sus vidas habían cambiado, sus padres ya no estaban juntos y creyó en las promesas de que la relación con él nunca cambiaría.
Ahora era su mamá la que lo llevaba al parque, comían algo rápido y convertía las gradas en la extensión de su oficina. Cuando ella no podía, el coach lo recogía en la escuela.
Él era un chico astuto, convenció a su mamá para una noche de películas. Cuando ella llegó el equipo entero estaba en su casa, hasta el coach estaba en la cocina. La mandaron a la mesa mientras ellos terminaban la cena.
Pasaron la noche entre palomitas, gaseosas y chocolate, y al final el plan se concretó. Su madre ahora no trabajaba tanto en las gradas, sino que saludaba y entablaba conversaciones con los otros padres y el coach.
A su graduación de cuarto año el padre no pudo asistir, pero entre la multitud tenía a dos personas que han estado para él. Ahora la vida no va tan rápido como antes, se disfruta más con el pie en el freno.