No podía abrir los ojos, me pesaban. Intentaba abrirlos, pero me sumergía en la inconciencia.
Un olor me de volvía, pero no veía nada. Mientras mas consciente mas intenso era el hedor. Tierra, humedad y putrefacción, todo mezclado a mi alrededor.
Las náuseas se arremolinaban en mi interior. Intente sentarme, pero fue infructuoso. Había algo que me impedía la acción, palpe con mis manos la superficie. Madera, era madera lo que había frente a mí.
Girar era otra opción, pero mis hombros eran muy anchos y golpeaba otra vez con la madera de enfrente. Aun no me había acostumbrado a la oscuridad, no se percibía ningún indicio de luz.
Trate de arrastrarme, aunque después de más o menos un pie choque con madera. Una imagen se dibujó en mi mente, mis bellos se erizaron y las náuseas volvieron a aparecer.
Comencé a llorar, temía averiguar donde estaba, pero lo intuía. Así que extendí mis brazos para toparme con madera nuevamente. Estaba en una caja, con todas mis fuerzas empuje la madera. Necesitaba salir de allí, pero ya no podía más y la fatiga me ganaba. Hasta que llego la inconciencia.