El leñador llego a la casa y al ver al lobo con la barriga llena, no lo pensó dos veces. Tomo un cuchillo y la abrió, sacando a Caperucita y a la abuela de su interior y lo coció con hilo de pescar. Entre los tres tomaron una decisión, le darían un escarmiento al lobo.
Cuando el lobo despertó aún sentía dolor por todo lo que había comido, pero ya tenía espacio para algo más. No muy lejos de la cabaña encontró al cazador preparando su cena. La que compartió con mucho gusto con el lobo.
– ¡Estaba muy rica! – comento el lobo
Luego de varios platos del asopao, salieron de entre los árboles, Caperucita y la abuela, vestidas con disfraces de lobo. El lobo sorprendido llevo sus manos a su cabeza y se percató que algo faltaba. Los demás comenzaron a reír.
– Por ser un mal lobo sin orejas y sin cola vivirás de ahora y adelante – le dijo la abuela.
Rieron otra vez, porque te las acabas de comer, dijeron todos a coro. El lobo trato de gritar, pero su hocico había sido cocido en los extremos.
Preocupado por su seguridad, el lobo salió corriendo y mientras se alejaba del lugar podía escuchar el eco de las risas. De ahora en adelante no podría alimentarse de otra cosa que no fuera asopao y no entendía porque fueron tan crueles con él, si solo se alimentaba.
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