arrastrar hasta vencer
Arrastrar el capullo era difícil, pesaba. Así que nos dieron alcance rápido. Óscar gritaba mientras lo sostenían. Mariana tiraba de él y yo del capullo.
Entre zarandeo y zarandeo, el contenido del bulto de Óscar se fue derramando, al igual que la comida que traía para sus meriendas. El jugo de tomate reventó contra el suelo salpicándonos a todos. Las copias salieron corriendo y el capullo se ablando.
Todos nos miramos, recogimos el envase de jugo y derramamos lo que quedaba del contenido sobre el capullo. Amanda desde adentro y nosotros por fuera arañamos y arrancamos pedazos del capullo hasta liberarla.
Amanda nos comento que la planta se comía los capullos cuando su interior ya estaba licuado. No sabía cómo había llegado la planta allí, pero sabíamos que debíamos ir a la cafetería por jugo de tomate no sin antes pasar por la covacha de detención. Donde guardaban todo lo incautado.
Llenamos las pistolas de agua con jugo de tomate, y las mochilas con repuestos. Impregnamos nuestra ropa con jugo e implementamos un plan.
Bajamos nuevamente al sótano con mas precaución para no ser detectados. Según tropezábamos con los capullos, los rociábamos con jugo. Como había una copia de Amanda ella tomaría su lugar llevando a Óscar con ella.
Cuando la flor lo cubrió con sus pétalos comenzó a retorcerse de dolor, el jugo en su ropa esta haciendo efecto. Los demás salimos de los escondites y le disparamos jugo de tomate hasta desintegrarla. Las copias y los capullos se fueron desintegrando también. Aunque mucho de su contenido era solo fluidos.
Arrastramos a los sobrevivientes a fuera. Ambulancias y policías habían contestado nuestro llamado. Aunque no podemos asegurar que otra amapola controle a otro grupo de personas.