En mis zapatos

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Es un sueño, una meta o un deseo. No importa como lo quieran llamar, nadie que no haya estado en mis zapatos sabe el sacrificio de este anhelo. No hay salidas hasta tarde, porque las madrugadas son obligatorias. Con el tiempo justo para prepararme e ir al parque. Hay que entrenar varias veces en semana y las reuniones familiares son en el parque, porque los fines de semana son de juego. 

Nadie que no haya estado en mis zapatos conoce esa sensación. La euforia de un juego ganado, al conectar el ultimo hit. El sentimiento de haber dado el todo por el todo y aun así haberte ponchado. Las ganas de llorar por la frustración, pero no querer demostrar que no puedes.

Solo alguien que haya estado en mis zapatos podrá entender la ira que nos producen los comentarios, mal intencionados, que no podemos bloquear, y lo que hace en nuestro desempeño.

Solo un pelotero de verdad, aquel “fiebru” que desayuna, almuerza y come béisbol podrá entender la fascinación que se le tiene a ese deporte y recitar cada una de las jugadas observadas en televisión. Por qué no es un juego, es una parte de nosotros, que cada pelotazo o herida recibida lo hace más real.

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