Hoy me levanté sobresaltada, pensaba que era tarde, pero al mirar el reloj marcaba las 4:47 am. Al ver la hora un manto de energía me tranquilizo. Había algo extraño en mí, me recosté y me quedé nuevamente dormida.
A las 5:15 am volví a levantarme con la misma tranquilidad, una tranquilidad extraña pero agradable. Al prepararme continuaba con la misma sensación de tranquilidad, una sensación en el alma, en el corazón que hacía mucho tiempo no tenía.
Ya no había miedo, había furia. Una furia buena, la llama había encendido la que era yo. No había miedo a la soledad, en el estar sola, cuando antes me encantaba, amaba los días de soledad.
Los días de soledad eran gratos porque eran para mí, para lo que quisiera hacer. Este día desperté con esa ansia de comer el mundo, de hacer lo que quiero y no importarme el decir que no. Hoy vuelvo a ser la niña traviesa que hacía las cosas por amor, que adoraba hacer maldades y que siempre lograba lo que quería.
Hoy no mendigare amor, no mendigare compañía. Hoy estará conmigo el que quiera estar, hoy me amó más a mí que a cualquier otra cosa, hoy estoy segura de quién soy. ¿Qué quieres tú?
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