La familia da comienzo con dos seres que se aman y quieren pasar la vida juntos. Provienen de dos nucleos familiares distintos e intentan convivir intercalando sus costumbres, creencias y forma de ser.
Así nacen generaciones, ese lazo inquebrantable de sangre donde personas diferentes coexisten juntas. Un lazo que da origen con la cotidianidad e interacción entre los miembros de la familia.
¿Qué ocurre cuándo esa coexistencia desaparece? ¿Qué pasa cuándo cada uno de los integrantes quiere supremacía y poder sobre el otro? ¿Ya dejan de ser familia? ¿Son las diversidades de caracteres y gustos peso suficiente para que dejen de serlo? ¿Será la distancia un factor para la desconexión afectiva? O es la rutina la que rompe con los vínculos de alegría y amor que vivimos alguna vez.
Es importante ser agradecido y dar amor donde se nos brinda. Ser distintos nos hace únicos y no se debe utilizar para segregar, ni siquiera a la familia. Amarnos y estar a la disposición para ayudarnos, aunque sea ofreciendo un consejo o solamente escuchar.
Los lazos de la familia no son solo de sangre, sino que se estrechan con afecto. Atrayendo a todo ser vivo, que este a gusto con nosotros.