Con los sentidos agudizados y su blanco al frente, el príncipe dirigió el barco en dirección a la bruja. No sintió remordimiento cuanto el bauprés se le enterró en el pecho, al contrario, fue una sensación de alivio y sobrevivencia lo que lo embargo. Ahora le tocaba nadar en las aguas turbulentas para ponerse a salvo.
El príncipe nado hasta la orilla, ya sin fuerza se desmayó exhausto. La sirenita consternada temió que al príncipe le hubiera pasado lo peor. Cuando este despertó ella lo abrazo. Tritón enternecido por el amor profesado por su hija decide dejarla casar con el príncipe.
Utilizando su tridente la convierte en humana, pero la magia tenía una cláusula. Al decir sí y sellar la unión con un beso la magia los convertiría en aquello que brindara más amor. Tanto el príncipe como la sirenita estuvieron de acuerdo.
Ya en el palacio el sentimiento de vacío creció, en cada puesta de sol regresaba a la playa y se sumergía en el agua. Añoraba a su gente y sus aventuras, pero su amor estaba allí en la superficie.
El día de la boda llegó, seria a la orilla del mar para ser apreciada por todos. El vacío palpitaba en su pecho, pero aún así estaba dispuesta a decir sí.
-Príncipe acepta a la sirenita -pronuncio el sacerdote. El príncipe dio un paso al frente y abrazó a la sirenita.
-Eres muy valiente, has dejado todo lo valioso por amor. Tu familia, tus amigos, lo que te hace especial -la chica sonrió.
-Pero yo no podría dejar mi reino por ti -continuo el joven-, por lo que no me casaré contigo.
La joven con lágrimas en sus ojos corrió a los brazos de su padre, y se prometió no volver a subir a la superficie.
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El príncipe si la amaba, porque le hizo el más grande regalo de amor, le devolvió su libertad y su esencia. Por cierto, me encanta el estilo que utilizaste en este escrito. ¡Bravísimo!
Gracias ❤
Cuando pasa el tiempo entendemos que lo ocurrido es lo mejor que nos puede haber pasado