Lágrimas

Lágrimas

—¿Por qué tienes que meterte en todo? ¡Puedes dejarme en paz! — gritó, azotando la puerta tras de él. Haciéndola estallar en lágrimas

Un dolor punzante y ardiente quebró su corazón. Las lágrimas no dejaban de brotar. Se dejo caer sobre el sofá, mientras con su mano sobre el pecho intenta disminuir la pensión.

—¿En qué me equivoque? —se reprocha. —Consejos no le han faltado, ni comida, ni nada. ¿Por qué es así conmigo?

El día que nació fue uno de mucha emoción para ella, había tratado varias veces tener un bebé y en el momento en que desistió, el mundo le envió una pequeña e indefensa criatura.

Ese día la alegría la embargaba, aunque actualmente verlo la hace feliz. Su hijo también sabe hacerla sufrir con sus desplantes, faltas de respeto y abusos.

Después de mucho llorar, lava su rostro con jabón, lo seca y maquilla. Las marcas de los golpes se comienzan a notar.

Aunque la duda se cuela, su corazón le sigue doliendo y ya no aguanta más. Ella sabe que le había dado la mejor educación y ejemplo al trabajar, ayudándolo en todo hasta hoy que tiene 25 años. Ella nunca lo golpeo, pero el chico si y en varias ocasiones.

Recoge su ropa y la coloca en bulto, necesita un tiempo a solas. Toma el teléfono y entra su número secreto en la app del banco, la que cambia para que no tengan acceso. Oprime el botón de cancelar la tarjeta.

Otra lágrima recorre su rostro, la que barre bruscamente con la mano.

¡No más! Tendrá que aprender a respetar a las malas.

Cierra la entrada con un nuevo candado y marcha.

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