Mamá, papá y yo

mamá

Nunca estamos bien mamá, papá y yo. Esto es un campo de batalla, y yo en el centro. Me llevan de un sitio para el otro según el humor de mis padres. Escucho todas las cosas que piensan del otro, y las quejas sacuden mis pensamientos, ya que no entiendo muchas de las cosas que me dicen. Me asustan, los ruidos, no me gustan. Escuchar el estallido de las cosas después de sus gritos, ya no los aguanto.

Un día en que jugaba jugaba en el patio mientras ellos peleaban, mi papá salió a tirar la bola conmigo. Veía sus lágrimas, mamá aún seguía gritando. Me abrazo, seguido de un beso en la frente. Ese día cenamos los dos solos, papá me llevó a comer a fuera. Entre todo lo que dijo mamá, lo único que entendí es que no cocinaría más mientras papá estuviera en casa.

Esa noche fue la última vez que lo vi, papá había recogido todas sus cosas y se había marchado. Me dejo una nota, que no entendí, estaba en segundo grado solo sabía que me ponía que me amaba y estaríamos juntos, aunque sea una vez a la semana.

Las cosas no mejoraron mucho, ahora las peleas se movieron de lugar, ya no son en casa son en algo llamado tribunal. Por cualquier cosa no veo a papá, y escucho a mamá pelear con él por algo llamado derechos que ella tiene sobre mí, pero ¿él no es mi papá?

Cuando una relación cambia debemos ser maduros y aceptarlo, recordando que los niños frutos de ella no tienen que cargar con problemas de adultos. Un niño necesita el amor de sus padres, no que se estén pelando entre ellos usándolo como instrumento de tortura. Podemos ser extraordinarios padres sin ser pareja, has lo mejor por tu hijo. Ellos son los que sufren.

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