Un aguacero torrencial se avecina, las nubes se vuelven grises y la oscuridad se apodera del lugar. El estruendo producido por los truenos desconcierta y el resplandor de los rayos estremece.
Con las ráfagas que despeinan el paisaje, se endurecen los pechos y el deseo recorre todo el camino al sur. Las manos compiten a saber cuál de ellas recorre con esmero y algo de prisa cada centímetro.
Despojando a su paso al cuerpo de sus telas protectoras. Una lluvia de besos intensos y efusivos bajan la guardia y abren la lleve a un mar de alocados movimientos.
Sintiendo su calor en mi boca, en mi piel y dentro de mí. La tormenta quiere envolver y devorar con toda su fuerza. Esta sedienta, sedienta de carne.
Entre mordidas, palabras sugestivas y juegos seductores los sentidos se elevaron a la cúspide. En ese momento los ojos se abrieron. La película ha terminado y el aguacero continua sin piedad en el exterior, inundando las calles saturadas.
No me queda más que recoger las sábanas húmedas e irme a dar un baño, un baño frío será lo mejor opción.
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Me dije “Aprovechó la tarde lluviosa” pero fue con Netflix el encuentro😂
Como decía mi abuela, «a falta de pan, galletas».😂