Piel y Sangre

piel

Todo pasó muy rápido, el frío del metal se introdujo en mi piel sin ningún esfuerzo y el torrente de sangre caliente se esparció por el suelo. Sosteniéndome de la encimera, mientras con la otra mano presionaba la herida.

Esta mañana, jamás habría pensado que esto pasaría. Salté de la cama al momento exacto en que el despertador dio su primer timbrazo. Cepillé mis dientes, amarre mi cabellera en un moño y vestí con leggins, tenis y sudadera. Corrí mis dos millas habituales. Al retornar a la casa, el aroma a café se había colado por el aire.

—La cafetera programable fue una excelente idea —mi esposito me había sorprendido un día con ella.

Batí los huevos, añadiéndole jamón y queso a la mezcla. Coloque el pan en la tostadora, regresando a prestar atención al revoltillo que se cocinaba en la salten.

—¡Se quema el pan! —escuché a mi esposo decir, pero el olor no había llegado a mí.

Colocando el pan en un plato y depositándolo en la mesa frentes a mi esposito.

—¿Qué vamos a hacer con el? —medio intrigado.

—Añádele mantequilla de maní —le espete de manera jovial. Hiendo a buscar el envase y acercándole la mantequilla.

Después de despedirnos con un beso, me dispongo a recoger la cocina. Hoy sería un día, algo más relajado. No tenía que pasar por el trabajo, solo me daría un baño e iría a hacer unas comprar, para luego ir al beauty.

Cuando colocaba el último vaso en el escurridor, un estruendo de cristales me desconcertó. Asomándome a las ventanas para asegurarme de que todo estuviera bien. Al no ver nada, me devuelvo a la cocina.

Una figura cubierta de negro me recibe. Intento esquivarla y salir corriendo, pero esta me sujeta del brazo.

—¡Llévate lo que quieras! —le suplique, intentando me dejara en paz.

En ese momento me percato del cuchillo en su otra mano. El que introduce en mi costado con furia.

Me arroja contra la encimera, aguantándome para no caer. Paso la hoja del cuchillo por mis dedos y presiono mi carne para intentar retener la sangre.

Cría cuervos…

Nuevamente se acerca e introduce la hoja un poco más. El dolor fue horrible. Me sostuve de su ropa, llevando conmigo su mascara.

Su rostro jamás se borrará, no importa cuanto tiempo lleve de muerta, pero esa carita fue mi regalo de cumpleaños número 15.  

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