Recojo mis cosas a la prisa, mis brazos abrazan los papeles y libros, junto a una gran carretera. Me
detuve por un café y a organizar unos papeles del trabajo, pero el tiempo se me fue sin darme cuenta.
Camino, percatándome de que no se me cayeran los papeles, cuando tropiezo con él y todo cae al suelo. Me
molesto por lo descuidada que soy, intento adelantar mi día, pero este ha ido de mal en peor.
—Tranquila —me dice y me sonríe.
Él se agacha y recoge cada una de las cosas que están esparcidas por el suelo. Le quito los papeles y salgo del lugar sin decir siquiera gracias.
Al terminar mi día de trabajar me voy al café por un bagel, tengo tiempo para uno antes de regresar a mi casa. Me siento y saco la computadora, continuo trabajando mientras me como la deseada merienda.
Una taza de café es depositada en la mesa.
—Nos encontramos de nuevo —se escucha.
Levanto la mirada de la computadora y allí está el chico de esta mañana.
—Lo siento, no te agradecí por la ayuda —él sonríe, y confieso tiene una linda sonrisa.
Después de un rato compartiendo la mesa y de las sutiles interrupciones de mi trabajo, me despedí.
—Fue un placer y gracias, nuevamente, por la ayuda —el hizo un ademan con la cabeza, yo recogí mis cosas y Sali del café.
Llegué a casa donde me esperaba mi familia. Mientras cenamos, le cuento a mi esposo sobre los sucesos
del café y del chico que me ayudó.
—Debes estar más pendiente —me dice, me besa en la frente y se fue a ver la televisión.
A las 9 a.m. salgo corriendo al café, es hora de mi break. A lo que espero reviso los mensajes
pendientes en mi celular.
—Nos encontramos de nuevo —me volteo a ver quién me habla.
Para mi sorprendida, es otra vez él.
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