Estaba entrada la tarde en San Juan cuando la fiesta comenzó; repartían salchichas, pollos y papitas. Los vasos pasaban de mano en mano y yo los pasaba sin mirarlos. Los adultos bailaban alrededor de la fogata. Mariana me comento que se encendería un como más tarde cuando estuviera más oscuro, así era su ritual.
La fogata fue encendida, todo fueron acercándose para dar vueltas alrededor de ella. Moviendo su cuerpo de manera extraña. Mariana me invito a bailar con ella. Estuvimos bailando y comiendo, yo copiaba los pasos de mi amiga. Ellos tenían una coreografía extraña pero divertida. De vez en cuando me ofrecían un vaso, el que se pasaban entre ellos, y para que no me siguieran viendo raro accedía. Seguido de mucha agua y un poco más de comida, aun así, me hacía efecto. Me sentía soñolienta pensé que me estaba enfermando porque no iba a pensar que me estuvieran drogando, no lo pensé.
Cuando fueron a dar las 12 de la media noche, ya estábamos en el agua todos esperando el momento de zambullirnos. En ese momento me percaté que la playa estaba desierta, todas las personas que se encontraban en la playa esa noche pertenecían al mismo campamento. Habíamos entrado por un camino poco habitable, pero no pensé nada malo por ese aspecto.
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