Mi piel se erizo sentía una presencia tras de mí, pero, así como llego se fue. Tenía que saber la verdad, porque los espíritus se quedaron aquí.
Después de que la que todos sabían varios días de investigación no encontré más información. La buena obra que realizó el antiguo dueño con los refugiados de la revolución.
Había una cosa que no había intentado, el abuelo había guardado los documentos y libros que se encontraban en la casa al momento de adquirirla.
Fui al área de lectura y examiné todo lo que allí se encontraba. Nada de lo que había allí me ayudo. Me resigné a que este misterio era mas grande que yo y comencé a colocar las fotos y cuadros en su lugar.
Cuando me acerque a la estantería a colocar los libros esta se callo y los libros juntos con ella. Libros muy viejos cayeron al suelo y se rompieron, vi en mi mente la cara de mi abuela cuando viera el destrozo que había hecho.
Recogí todo, uno de los libros roto tenía un espacio secreto donde se encontraban documentos. Me senté con el libro en el regazo y comencé a ojear cada uno de ellos. Era un registro de lo que ocurría a escondidas en este lugar.
El hostal de Buena Ventura era u lugar seguro para las familias que se refugiaban allí, pero no para los niños solos. Estos niños sin familia se quedaban aquí a trabajar. Aparte de ayudar con el huerto y los quehaceres del hostal, los vendían como acompañamiento sexual.
El sótano era una especie de burdel donde los niños eran el centro de atención para la clase prominente. Luego de los niños cumplían cierta edad eran desmembrados y tirado a los animales, así limpiaban los sucesos, y el movimiento de niños.
Ya los espíritus no están y el pueblo conocía el horror tras las paredes del hostal. La paz que necesitaban llego.