Me levanta su aroma. Aroma dulce y fuerte que calienta cada una de mis células. El café sobre la mesa me da la bienvenida a un nuevo día y mejora cada segundo.
El día comienzo y ya está planificado de ante mano. Hay clases que impartir, padres que contactar y mucho trabajo por culminar. Aunque el estar en casa es la mejor manera de trabajar, ¿quién dijo que trabajar en pijamas era malo?
Cada día se llena de pendientes, pendientes que nos mantienen ocupados. El trabajo, las citas y los que haceres consumen nuestro tiempo, pero no son lo que mejora nuestro día.
Esas pequeñas cosas qué cambian en un segundo la dirección de nuestro día, son las que de verdad importan. Recibir una llamada de esa persona que hace tiempo no escuchabas o que tal ver ese amanecer sin habértelo propuesto. Esas cosas son las que mueven el mundo.
Una sonrisa cálida no planificada, ese abrazo que extrañabas. Ese calor humano que se pierde con el tiempo, y no a causa de la pandemia, sino que nos doblegamos a un mundo que gira a una velocidad sobre humana y a esa velocidad perdemos los detalles que importan en nuestras vidas.
Besa, abraza y sonríe, son lo más importante del día y no dejes que sea lo último por hacer.
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