Perdón a mi descendencia, por heredarles una tierra que agoniza asfixiada en basura. Un lugar donde los paisajes naturales se disfrutan conservados en fotografías mientras los reales son convertidos en edificios y centros recreativos. Conocer la vida en el espacio se ha vuelto parte del día a día, una parte emocionante, pero ¿qué sucede con la vida en la Tierra? El humano se cree una parte fundamental para la existencia de la esfera que llamamos hogar. Sin embargo, somo un eslabón de la vida en él. Sin nosotros el planeta sigue girando, pero sin él nos morimos.
Perdón a mi descendencia por dejar empobrecer el sustento del pueblo, vendiendo el terruño y el futuro por migajas. Orgullosos de una metrópoli que desconoce de nuestra existencia. Dejando que nos quiten la educación, permaneciendo ignorantes y controlables. Cada cuatro año recuerdan a la población más vulnerable, los envejeciente o adultos mayores. Los que para otras culturas son una fuente de sabiduría, dando su conocimiento y vivencias a los más jóvenes, pero aquí son un estorbo. Si no pagas impuestos no eres de utilidad para el gobierno y no gastan en ti.
Perdón a mi descendencia por crecer en una sociedad egoísta, déspota y miserable, donde el valor de una persona se mide por el color de su piel o género. Haciendo crecer su poder y economía enfrentando a grupos de menor estrata. Cuando el origen de sus raíces o la religión son obstáculos para entablar una relación amistosa. Donde el poder, una placa o rango aplasta sin compasión destruyendo el futuro de personas inocentes.
¡Les pido perdón! Años de luchas, de derechos y de la búsqueda de igualdad nos han dejado los mismos resultados, aunque a simple vista parezca que no. Nos siguen golpeando por existir. Nuestra sociedad, nuestro mundo debe cambiar, y depende del pueblo dejar de creer en cuentos y engaños.