Un horizonte que desde lejos me despierta, con la luz que se desborda desde el. Una brisa que de lejos viene bailoteando los árboles hasta llegar a despeinarme y no se queda conmigo. Acostado solo puedo sentir su calor a distancia, mientras el frio de las paredes me asfixia. Y ¿quién quiere vivir aquí?
Desde aquí observo las aves surcando el cielo y me gustaría ser una de ellas. Libre desplegar mis alas y volar lejos , pero tras estas rejas me quedo. El escenario no cambia y las compañías tampoco, lo que me espera es un ir y venir en el mismo suplicio.
Ya perdí la cuenta del tiempo transcurrido, tiempo que perdí tras estas rejas. Por locura, por tristeza, por inmadurez, ya nada me lo devolverá. Me devolverá los momentos que perdí, a la familia que olvidé, solo me queda el horizonte que contemplo día a día.
Hasta ese momento en que camine al final de mi día y no vuelva a ver su belleza deslumbrante. Tras una lagrima se me olvido pedir perder por el daño que no cause. Aunque le dictamen dijo lo contrario, mi alma vuela más alto que mi cuerpo.