Otra noche en donde los sueños no me dejas dormir. Los sueños habían comenzado siendo lujuriosos, donde cada noche tenía sexo ardiente. Las escenas cambiaban y los personajes también, era gratificante despertar en la mañana exhausta.
En la noche solía quedarme dormida rápido, llegaba muy agotada del trabajo y solo me daba tiempo para comer. No sabía en qué momento de la noche ocurría, pero podía sentir sus manos rozando mi piel y su aliento en mi cuello. Podría sentir la presión de sus labios cuando me besaba con pasión, sentía cada caricia y cada roce necesario. En este momento sentía como gota a gota se humedecía mi interior y cómo lentamente entraba en mí para hacerme vibrar de pasión.
Confieso que llevar tantos días en esta situación era algo cansado, debía beber mucho café y me sentía agotada durante el día, pero añoraba que llegara la anoche. Volver a sentir cada una de las caricias era básico, hasta que un tercer personaje se añadió.
Esta persona no estaba allí para hacerme el amor ni siquiera para observar solo se dedicaba a susurrarme. Me susurraba al oído, al principio no entendía lo que me decía. No sabía porque estaba allí hasta que una idea surco mi mente, quizás fuera que yo no debía estar allí. Esa era la insistencia del hombre, pensé. Estaba cometiendo un error y me avisaba. Trataba de llevarme nuevamente a la realidad, dejar mi fantasía y salir al mundo.
Cuando salió el segundo hombre no entendía él porque estaba ahí solo susurrando, pero todo cambio el día que escuché claramente su voz, sentí que el alma se me iba del cuerpo al escuchar en mi oído “Mátalo, Mátalo”.