Vista a un futuro inexistente

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Hoy es un día especial, llevo tres meses planeando cada detalle. Aunque el lugar es costoso, la vista los vale.

Oprimí el botón del elevador, aún era temprano, pero quería que todo fuera perfecto. Le entregué el anillo al mesero, no quería que lo viera antes del momento indicado.

Al mirar el teléfono el reloj marcaba las 8:30, junto a un mensaje de ella que decía que estaba retrasada. Coloqué el ramo en la mesa y esperé.

A las 8:44 la vi aparecer en la puerta, era la imagen más hermosa que jamás haya visto. Las manos comenzaron a sudarme, hoy sería el día.

Mientras se acercaba a la mesa todo comenzó a moverse, la sostuve del brazo y la tiré al suelo. Nos arrastramos bajo la mesa, mientras el techo se caía a pedazos.

¡Un avión, un avión! Gritaban algunos. El miedo cruzo su mirada, pero lo desecho. Con un movimiento sutil de su cabeza, salimos a las escaleras mas próximas. El humo llenaba los pasillos.

Peldaño a peldaño bajamos, pero el calor era sofocante. Las llamas se escapaban por las rendijas de la puerta. No había opción, regresamos nuestros pasos. Las alternativas se acababan, miré al fondo. Quizás, solo quizás podría sobrevivir a esa altura.

Ella me haló, y negó con la cabeza. En su rostro pude ver el final, así que allí mismo frente a todo ese caos me arrodillé y le propuse matrimonio. Sonrió con un sí en sus labios y mientras nos besábamos, el crujido del metal nos dejó saber que las vigas no sostendrían más el peso.  

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