Bitácora de María, Parte V

Un día a día de aprendizaje

Paseo del día, poste caído

24 de septiembre de 2017
Día 4, después del huracán

Hoy volvimos a buscar señal, hablamos con mi suegra y a Estela le llegaron mensajes de Gabriel. Ufff, por lo menos sabemos que está bien. Lo llamo y le dejo un mensaje de voz. Cruzamos los dedos que le haya llegado. Volvimos a casa y calentamos comida para almorzar, a las 2pm. Durante el día estuvimos esperando noticias de Rocío, una de nuestras vecinas, se la habían llevado en la madrugada al hospital. Los hospitales estaban atestados, trabajaban con plantas y cisternas. Nos preocupaban muchas cosas como que las personas morían por falta de medicamentos y oxígeno, además de la salubridad del lugar.

Llené la bañera y decidí lavar ropa con la ayuda de mi hija mientras Esteban y Miguel reconstruían los tendederos y compraban pinches de ropa, pero aun así debía volver a lavar a mano en la semana. Nos subimos al techo para refrescarnos luego de tender la ropa. Mientras estábamos en el techo paso un 1.6, el conductor y el carro salían en un video en facebook donde decían que robaba en las casas y que estuvieran pendiente si lo veían. Esteban se montó en la guagua y fue a dar la vuelta por la urbanización, pero no lo encontró. El día fue cálido y largo, valoraba la noche para que refrescara, pero a la vez el día. La costumbre del alumbrado en las carreteras me da tranquilidad y más que las personas no cumplen el toque de queda impuesto por el gobierno central. 

Al fin llegó Leonel a decirnos que dieron de alta a Rocío, todos los análisis salieron bien, pero la llevarían a revisar nuevamente. 

25 de septiembre de 2017
Día 5, después del huracán

Esteban fue a reportarse a trabajar y yo nuevamente a limpiar. Cuando los chicos desayunaron los mande a recoger su cuarto. Al terminar salimos a buscar agua y gasolina, ya que Esteban no había podido conseguir. Justamente ese día llegó a la urbanización un camión de oasis, llenamos los envases y regresamos a casa para llenar los potes grandes y decirles a los vecinos del oasis. Volvimos a bajar llenamos nuevamente los potes y ayudamos a Enid con los de ella.

Continuamos con la gasolina, por un lado, las filas eran eternas y por el otro no había gasolina, sí que decidí buscar mis pastillas porque el día que fui estaba cerrado y debes pase por casa de mi abuela.

Como Estela no había podía comunicarse con Gabriel, estaba de mal humor. Le recordé que estamos sin comunicación y sin gasolina que debía tener paciencia que ya sabe que está bien, ya que le había llegado un mensaje de él. Ella comenzó a llorar. Se que decirle que no se desesperara no era consuelo, pero tenía a muchas personas enviando mensajes por ella.

Al llegar a casa Enid me informó que mi novio había llegado y dijo que lo esperara. Nos había traído almuerzo. Comimos y fuimos nuevamente por víveres a Corozal. 

Nos sentamos en la marquesina, el sol quemaba y el calor era insoportable, con la radio de batería a escuchar noticias. Según transcurrían los minutos se nos unió Enid a hablar y escuchar noticias. Le pregunté por Rocío, la que se encontraba mucho mejor.

Hoy nos dormimos temprano.

26 de septiembre de 2017
Día 6, después del huracán

¡Buen día! 5:30 am sonó el despertador, día de intentar nuevamente conseguir gasolina. Nos preparamos, desayunamos y salimos. Revisamos en Corozal, los puestos a rebosar. Pasamos por el Puma de Mavito, también. Decidimos irnos para la Ave. Piñeiro ya que nos habían dicho que no se llenaban, pero nada, estaban peores. Seguimos para Hato Rey y fuimos a casa de abuela María.

De regreso pasamos por San José y encontramos que en la entrada estaban regalando lechuga y brócoli marca Dole. Entramos a casa de Zaira, estaba loca de saber de ella y su familia. Su casa fue afectada y perdió muchas cosas. Pasamos por casa de Tita y de regreso a casa.

Al llegar Enid y Isarys nos dicen de hay un puesto de gasolina vacío en Toa Alta. Bajamos los carros y los envases para la planta eléctrica. La fila no estaba tan larga, los chicos y yo nos pusimos a hablar y a jugar veo-veo. Veíamos los camiones de la autoridad de energía eléctrica (AEE) realizar sus labores y a los camiones de la basura. Esto me da buena espina, aunque sé que esto no se va a normalizar de la noche a la mañana, pero ya están trabajando en los arreglos y eso nos da esperanza.

Al regresar a casa preparamos algo de comer mientras escuchábamos las noticias. Después nos reunimos con los vecinos. Estando en la calle y con la luna en cuarto creciente. El 1.6 paso nuevamente por la urbanización, Esteban lo vio y se moto en la bicicleta para seguirlo mientras Luis se iba en el carro por el otro lado. Aunque no lo encontraron, cada una de las personas de la urbanización estaba pendiente de cualquier cosa extraña que ocurriera.

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