Estoy parada en la ventana de mi cocina observando mi paisaje favorito, los árboles que bordean mi patio, y el pueblo que se levanta en la llanura con su congestión de estructuras y más allá la costa.
Un ruido ensordecedor ocupo el espacio, se percibía en el interior de mis oídos. No había procedencia lógica de semejante alboroto y así como llego desapareció. Corriendo abrí la puerta que daba al patio, estaba sola en casa así que el sonido debía venir del exterior. Cuando todo comenzó nuevamente, pero esta era el suelo.
Sentía como el suelo a mis pies se movía, y las estructuras de cemento y hierro se sacudían. En el pueblo se podía ver la nueve de polvo que se elevaba según los edificios de desquebrajaban.
Los gritos se escuchaban a lo lejos, aunque no se si eran los míos.
Con todo el movimiento, caí de rodillas al suelo. Se me hizo una eternidad ponerme de pie y solo pensaba en que algo podía caerme encima si no me movía, hasta que el movimiento seso.
Respiré profundo y di gracias al cielo, estaba viva. Las lágrimas comenzaron a escaparse de mis ojos, tenía que saber si la familia estaba bien. Al incorporarme y observar el pueblo, el horror me invadió. La costa, ese paisaje hermoso que se apreciaba desde mi patio, allí se podía ver una pared azul, una ola que se acercaba. En cuestión de segundos choco con todas sus fuerzas y corrió tierra adentro llevándose cualquier cosa que encontrara a su paso.
No pude hacer nada, ni siquiera reaccioné a lo que veía. Solo sabía que ese no era el final.
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